sábado, 25 de junio de 2011

Marisan en Demencia Lectora


Atención: puede contener SPOILERS

Desvarío marisaniano

Introducción (y aquellas que me conozcan en persona, se echarán a temblar en este preciso momento): Compré este libro hace tiempo, al leer la reseña que hizo Beleth en Book eater, que me encantó. Peeero, como soy una compradora compulsiva de libros, y tengo una vida, marido, hijos, hogar que limpiar, no tengo tiempo material de leer todo lo que compro al momento de comprarlo, así que acabó en Ramona, como tantos otros (me da vergüenza reconocer la cantidad de libros que tengo ahí sin leer aún). Esto no quiere decir que el libro no me llamara la atención, o que no se mereciera que lo devorara al instante. Es sólo... la relación particular que tenemos Ramona, los libros y yo. Cada uno tiene su momento de lectura, incluso de relectura. Cuando termino una novela y voy a encontrarle su sitio en Ramona (mi estantería para aquellos que no lo sepan) me paseo por ella, me agacho, me empino sobre las puntas de los pies, acaricio, hojeo, soplo el polvo...(que no debería estar ahí, jajaja)

En fin, aunque un par de veces hojeé esta novela, incluso empecé a leer las primeras páginas y me reí con la reacción infantil de Jon, está claro que estaba esperando su momento. Hace dos semanas tuve la oportunidad de viajar al País Vasco durante 4 días, un viaje loco, de descubrimientos y enamoramiento absoluto por una tierra y una gente que ya habia visitado sin conocerlos realmente, (y ahora solo he arañado la superficie de la jungla verde, como diría Ángeles) En medio de este viaje frenético, nos dejaron una hora libre para pasearnos por la ciudad de Bilbao... etooo... y yo viendo por el rabillo del ojo que al lado había una Feria del Libro... así que el paseo acabó allí, obviously,u.u. En la primera caseta,que para mí suele ser un calentamiento de motores, vi el libro Antes y después de odiarte, de Ángeles Ibirika, libro que tenía anotado en mi lista mental de pendientes desde que leí las magníficas críticas de las chicas de Autoras en la Sombra. Y de repente anuncian por megafonía que la autora firmará libros en la caseta X. Alzo la mirada y me encuentro una cara amable que me sonríe. La alzo más y veo "Caseta X" y al lado un cartel, "A partir de las 7, Ángeles Ibirika..." Miro el reloj, miro a la cara amable, miro el cartel. Me lanzo: "¿Eres Ángeles Ibirika?" jajajaja, y a partir de aquí me dió un ataque de timidez rarísisisimo en mí, me puse colorada como un tomate, balbuceé que tenía ya su libro anterior y que si me firmaría este. Ella, encantadora, me atendió y hablamos sobre los blogs, facebook, las reseñas. Bueno, yo seguí balbuceando y ella siguió siendo encantadora.

Conclusión: Ángeles, no te mentí, te dije que tenía tu novela, no que la hubiese leído. u.u. Pero como soy una persona sincera, aquí queda confesada mi falta, que por cierto ya reparé, jajaja.

En fin, empecemos el desvarío, que esto se ha convertido en un "querido diario:". Como lectora de romántica empedernida, casi todo lo que cae en mis manos es de autoras norteamericanas e inglesas, así que pensaba que me chocaría de algún modo (con Lena Valenti me ocurrió) ver una historia de amor desarrollarse en paisajes reconocibles y con personajes con dejes y latiguillos españoles. Eso no ocurre aquí. Desde el primer momento te ves inmersa en la majestuosidad del paisaje y en la personalidad de los dos protagonístas, que chocan como dos masas tectónicas nada más conocerse.

El principio de su historia no es el mejor que podría esperarse: Beatriz está sumergida de lleno en una relación amorosa, prohibida y humillante, que la ha hecho huir de Madrid con el rabo entre las piernas para lamerse las heridas. Su peor enemiga es ella misma y su móvil, que trata como si fuera un explosivo a punto de estallar. Porque sabe que si lo enciende, y atiende la llamada, será débil y volverá a caer en esa historia, en ese amor, que lo único que consigue es hacerle daño.

Jon la odia desde mucho antes de conocerla. Es la intrusa, la heredera, la ladrona de todo aquello que él considera suyo y por lo que tanto ha luchado. Nada más conocerla, le miente, se ríe de ella, le pone la zancadilla todas las veces que puede. Sabe que está siendo injusto, pero la rabia que le consume no le deja mucho tiempo para razonamientos. Y, cómo es lógico en un hombre, no se da cuenta para nada de que ella está sufriendo por motivos ajenos, así que Beatriz, que de otra manera correría el riesgo de ahogarse en sus propias lágrimas, tiene que dejarlas a un lado para luchar contra esta mala bestia que le hace la vida imposible sin que ella sepa por qué. Y es esta pelea constante, este enfrentamiento visceral, lo que la hará evolucionar sin darse apenas cuenta, lo que la hará salir de su zona de seguridad y vivir otra vida que nunca imaginó, pero que cada vez se le presenta más atractiva.

Jajaja, he de confesar que soy fan acérrima de los protagonistas masculinos que meten la pata hasta el fondo y luego se pasan medio libro intentando enmendar su error y pedir perdón. Sádica que es una. Pero Jon es un amor, un hombre de una pieza, un resultado de la tierra que le vió nacer. Y probablemente el protagonísta que más veces ha llorado de todas las novelas que he leído, lo que hace que te encariñes más con él y con esos ojazos negros que Dios y Ángeles le han dado. Otra cosa que me puede es lo de la ternura con los animales, eso de ver a todo un hombretón siendo cariñoso con perros, caballos, ovejas... me derritoooo...

La historia es mucho más que esto, existen misterios del pasado que desvelar, dudas sobre antiguos cariños, personajes secundarios que te conquistan el corazón (ese Traian adolescente que tiene todo el potencial de un futuro protagonista, los tres perros que aparecen, las figuras maternales...) y sobre todo, una relación que se va desarrollando como a mí me gusta, leeeentaaa, con pequeños detalles, miradas, toques, con un realismo que hace que esperes encontrarte a los protagonistas en tu próximo viaje por aquellas tierras. El paisaje es un protagonista más, al principio agobiante para una urbanita convencida como Beatriz, al final compañero reconfortante, siempre verde, siempre mágico, siempre cambiante.

Qué más, qué más, jajaja. Como siempre que un libro me entusiasma, me da la impresión de dejarme muchas cosas en el tintero, de no expresar todo lo que me ha provocado. Una de las cosas que más me han gustado es la lentitud de la relación, y que ésta, que está llena de pequeños gestos, se desarrolle de forma natural y no tenga escenas de sexo de sobra. Y que éste se desarrolle de forma sensual y elegante. No es un libro en el que se van a revolcar a la segunda mirada. Todo va a tener su tiempo y su espacio, y eso va a hacer que cada mirada y cada roce tenga más importancia para ellos. *suspiro* Qué bonitooooooooooooo.

Un detalle precioso por parte de la autora es incluir al final las recetas que a Beatriz le cuestan tantos intentos fallidos cocinar, recetas que pienso probar sin falta, porque se te hace la boca agua leyendo, ñamñam.

Se me olvidaba, el título. Hace referencia a una conversación muy seria entre los protagonistas, en la que se hacen confidencias sobre su sueño más íntimo, aquello que darían media vida por cumplirlo, si pudieran. Y aquí te llevas una sorpresa al comparar el pragmatismo de Beatriz con el romanticismo de Jon, jajaja.

Punto negativo (aunque es muy personal): No me quedan nada claras las edades de los protagonistas. No me suele importar mucho la descripción de cada uno, ahí va la imaginación galopante, pero no me he terminado de situar en las edades. Beatriz ha acabado Económicas y ha trabajado 5 años como secretaria... lo que la situaría cerca de los 30??? Y Jon??? Y Diego??? Este último piensa de Jon que es un hombre joven, cuando lo ve, y eso no lo pensaría alguien de la misma edad... pero por su biografía no puede ser muy mayor (Diego, digo, no Jon)

Mi mejor recomendación: Pues que son 510 páginas, y que tardé exactamente un día en leer las últimas 400, xDDD. Empecé a leer el libro el sábado por la mañana y terminé el domingo a las mil, sin poder soltarlo antes, y con una sonrisa boba en mi cara cuando al fin lo cerré.