sábado, 20 de noviembre de 2010

María Arconada, En mil batallas

En mil batallas

La primera vez que escuché hablar de “Entre sueños”, de Ángeles Ibirika, ya supe que me iba a gustar. Y sin embargo, a medida que iba leyendo y escuchando lo buena que era la novela más miedo me daba cogerla por temor a que las altas expectativas me defraudasen, en gran parte porque a menudo las novelas de las que más esperaba son las que después más me han defraudado. Pero al mismo tenía tantas ganas de leerla que no me he podido resistir más. ¡Y cómo he disfrutado con su lectura, madre! Me ha encantado. Ha sido más o menos lo que me imaginaba, una historia que te atrapa desde las primeras líneas y, sobre todo, una ambientación y un protagonista (Jon) como los que a mi me gustan.

Beatriz nunca ha conocido a su abuelo paterno, Ignacio, pero lo que sabe de él hace que no le importe lo más mínimo ese hecho. Su abuela Lucía (la esposa de Ignacio) tuvo que criar sola a su hijo y eso es suficiente para ella. Por ello, cuando recibe la noticia de que el anciano ha fallecido y que la ha convertido en su única heredera no se interesa nada por las propiedades que pueda ahora poseer en Navarra y sólo busca un comprador para ellas a través de un abogado. Pero algo ocurre en Madrid que la hace huir de la ciudad, y es entonces cuando la desdeñada herencia se hace presente en su mente como el mejor destino para esconderse y pensar sobre su futuro y la forma mejor de afrontarlo. Así, de forma precipitada, llega a la fina rural que su abuelo poseía en el navarro Valle del Roncal.

Jon quería al viejo Ignacio como si fuese su propio abuelo. Con él trabajó muchos años mano a mano y la vida que lleva en el pueblo es la que le hace más feliz. A ratos piensa que el que el viejo legase todas sus propiedades a su altiva y desdeñosa nieta fue una traición, pero la mayor parte del tiempo no puede si no justificar al anciano y seguir con su trabajo diario con el ganado y la quesería. Pero la intempestiva y sorpresiva llegada de Beatriz a la finca sumada al desdén que mostró por Ignacio en sus últimas semanas de vida y a lo poco que encaja con el lugar y la vida que allí se lleva, hace que se muestre con ella ya no descortés si no directamente intratable.

Mientras Beatriz trata de poner en orden sus ideas y Jon se desquicia con la continua e indeseada presencia de la chica en su vida, ninguno de los dos puede imaginarse que nuevos e inesperados sentimientos nacerán entre ellos con el transcurrir de los días.

La novela es encantadora, desde las primeras líneas te atrapa y sin darte cuenta te arrastra hasta un lugar y un modo de vida que empapa cada página de la historia. Mientras la vida cotidiana transcurre en un paraje rural de devastadora belleza, dos personas de caracteres, sueños y experiencia vital aparentemente opuestas van enamorándose sin pretenderlo, sin desearlo, sin darse cuenta. ¿Pero podrán superar todos los escollos que les separan o éstos lograrán apagar los sentimientos que han nacido entre ellos?

Si tuviera que ponerle alguna pega a la novela, diría que el personaje de Beatriz no termina de caerme bien. A veces me parece una mosquita muerta (reconozco que eso me exaspera) y luego cuando se descubren más detalles sobre lo que ocurría en Madrid y por qué huyó (tranquilas, no voy a desvelar nada) me termina por caer definitivamente mal, más aún cuando se presenta como víctima cuando creo que en la situación no había víctima alguna si no personas adultas que sabían bien donde se metían, cada una mirando por sus propios intereses y aunque el interés de ella pudiera no ser si no el amor. Pero ni siquiera eso me sirve para hacer de menos a la novela, porque no importa que Beatriz no sea santo de mi devoción para haber disfrutado de la historia de principio a fin. Y además, para compensar, ya está el personaje de Jon que como no podía ser de otra amanera, me ha encantado. Y es que ya lo descubriréis vosotros mismos si os animáis a leer “Entre sueños”, es un personaje que enamora. Un hombre de los de verdad, de los que a mi me gustan. Sencillamente el rey de la novela junto al propio lugar donde está ambientada la historia.

Los personajes secundarios de la historia (la familia de Jon y muy especialmente los Ionescu) ayudan a sentir esa cercanía, ese calor de hogar, que la autora ha sabido transmitir tan bien y que hacen que la novela adquiera una mayor dimensión, que no sea tan sólo una historia de amor lo que nos cuenta si no también nos transmita el sentimiento de pertenencia a un lugar y la fidelidad hacia los seres queridos, la camaradería y el cariño, el amor en un sentido más amplio de la palabra.

Muy recomendable.